jueves, 30 de octubre de 2008

Consenso: Objetivo y Método


Esta semana, el observador quiere centrarse en el uso que se suele hacer de determinados conceptos para que, quienes gobiernan, argumenten que la legitimidad de los votos conlleva la aceptación de sus criterios por parte de todo el mundo, sin posibilidad a la discrepancia ni a diferentes enfoques.

Escuchaba, con motivo del debate de los presupuestos generales del 2008, cómo diferentes tertulianos enfrentaban sus puntos de vista sobre si el consenso se debería de alcanzar con la aceptación por parte de quienes gobiernan de algunos puntos de vista o propuestas de quienes están en la oposición. Para unos, quien gobierna ha sido elegido para marcar su proyecto político, y por lo tanto no debe de atender a criterios de otros. Para otros, quienes gobiernan, deben contar con la opinión de quienes, desde la oposición, tienen otro enfoque. Sea como fuere, ambas posturas no se deben de entender como contradictorias, sino más bien como complementarias. Es evidente, que quienes han sido elegidos para gobernar, deben de asumir esta responsabilidad de forma cotidiana. Pero no resulta menos evidente que hay muchas actuaciones políticas de quienes nos gobiernan que nunca fueron explicitadas en los programas electorales, que nunca figuraron en la propaganda electoral, que nunca fueron enumeradas y mencionadas durante los mítines de campaña electoral,…son situaciones que aparecen después de que los gobernantes hayan sido elegidos, y, por lo tanto, si se consultara a la ciudadanía qué piensan sobre ese asunto, puede que quienes ahora tienen la mayoría pudieran quedar en minoría.

En democracia, el consenso puede ser entendido como un objetivo, pero también como un método de trabajo para mejorar las condiciones vitales del conjunto de la sociedad. Como objetivo, no está de más aspirar a que los grandes temas que inciden de manera directa en nuestras vidas cotidianas sean consensuados, por ejemplo qué medidas tomar ante la crisis económica. Como método, se nos antoja que es una necesidad que los grandes asuntos, antes de ser aprobados, hayan contado con el mayor conocimiento por parte de la ciudadanía, el mayor intercambio de ideas posibles, el debate de las mismas, y el mayor consenso posible en torno a dichos asuntos.

En relación a nuestro pueblo, Barbate, no cabe duda que la mayoría electoral que apoya al gobierno local, parece haber sido entendida por los mismos como un aval que les permite llevar a cabo cuantas acciones consideren oportunas sin necesidad del consenso. Desde los primeros días, pudimos escuchar cómo desde la alcaldía se alardeaba de los votos recibidos en las elecciones y de lo que para ellos significaba.

Posteriormente y sin oposición política (por diversos motivos) la uniformidad del pensamiento y de las ideas es aterradora. Pocas son las voces que, de forma organizada, se atreven a cuestionar algunas decisiones más que discutibles de nuestro gobierno actual. Y aún menos, se da esta crítica cuando quienes las realizan deben de hacerlo de forma particular (el miedo a señalar ha vuelto a surgir). Esta dinámica, y forma de entender el gobierno, puede llevar a nuestro pueblo nuevamente a maneras de actuar alejadas de un planteamiento democrático que entienda que la participación ciudadana es un elemento enriquecedor de la vida en convivencia. Sin embargo, este monolitismo gubernamental, parece no tener todas con sí y, posiblemente, su actitud sea la que esté provocando reacciones de descontento en algunos colectivos que defienden cuestiones e intereses básicos para ellos. A este respecto, nos gustaría realizar una serie de observaciones.

La primera observación está relacionada con el malestar mostrado por los representantes del profesorado en el Consejo Escolar Municipal, ante la actitud cerrada e irresponsable de quienes gobiernan con respecto a los monitores escolares, que durante años han estado colaborando con los centros educativos del municipio para la atención de los alumnos que ingresaban en Educación Infantil. Desde el gobierno local, se ha dicho, por activa y pasiva, que ese asunto no es competencia municipal, algo que, como casi siempre, encierra una verdad a medias. Ya que si bien el marco legal atribuye las competencias educativas a la administración autonómica, no es menos cierto que, desde el Ayuntamiento, se debería haber tenido preparada una opción antes del inicio del curso, tal y como solicitaron los representantes del profesorado por CCOO y CGT, opciones que hubieran mostrado un mínimo de preocupación por dicho tema (véase Trafalgar Información 19 Septiembre 2008). Frente al consenso, se buscó la imposición de una idea mediante un plumazo.

Una segunda observación, es la referida a la incapacidad del gobierno local de consensuar una política de personal, lo que ha llevado a las centrales sindicales con representación en el Ayuntamiento de Barbate a informar a los trabajadores y trabajadoras del mismo sobre las dificultades que se están teniendo para negociar el convenio colectivo. Según parece ser, tras esa asamblea informativa, la primera autoridad se ha mostrado más receptiva a las propuestas sindicales, aunque se verá con el tiempo si este cambio es real.

La tercera y última observación, es que se ha aprobado un PGOU que no ha sido ni explicado públicamente, ni participado a los colectivos sociales (posiblemente algunos grandes empresarios sí hayan estado enterados, pero no el conjunto del pueblo) ni consensuado, y lo que es peor, ha seguido siendo rechazado por los mismos que ya rechazaban el documento con el PP. La manifestación de los vecinos de Zahora mostrando durante el pleno su malestar, es una muestra palpable de lo que decimos. ¿Cómo es posible que el equipo de gobierno haya presentado un documento sin tener en cuenta las reivindicaciones de quienes vienen manifestando su preocupación desde hace años? ¿Cómo es posible que desde el partido que gobierna que antes de las elecciones apoyó incondicionalmente a los vecinos de Zahora, dándoles la razón en sus peticiones ahora se diga que quienes tienen que gobernar el pueblo son los que se presentan a las elecciones y ganan?

Con este panorama, a este observador le preocupa el giro que está tomando la política local y, por ello, permítaseme recordar un pequeño párrafo del libro “La República” de Platón: “si los filósofos no gobiernan la ciudad o si aquellos a quienes ahora llamamos reyes o gobernantes no cultivan de verdad y seriamente la filosofía, si el poder político y la filosofía no coinciden las mismas personas y si la multitud de quienes ahora se aplican exclusivamente a una u a otra no se ve con el máximo rigor privada de hacerlo, es imposible que cesen los males de la ciudad, e incluso del género humano”.


El Observador
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