miércoles, 24 de diciembre de 2008

Embajadores de Barbate

Hay un dicho que dice “nadie es profeta en su tierra” y aunque como todos los dichos, que por su reduccionismo no son totalmente ciertos, a éste, en nuestro pueblo, no le falta parte de razón. Muchas veces lo cotidiano, por ser cotidiano, pasa desapercibido ante los ojos de la gran mayoría, y sólo cuando se produce un contraste real, dejando de ser cotidiano, es cuando verdaderamente se puede valorar la dimensión de esa persona o cosa. Barbate puede presumir, sin duda, de tener muchos vecinos y vecinas que, aun siendo cotidianos en nuestro pueblo, han conseguido destacar fuera de los límites de nuestro término municipal.

José Gil Tamayo lo ha hecho en estos últimos días. De su mente, corazón y experiencia profesional en la hostelería ha salido el libro “Cócteles con Jerez, cócteles con vida”. En una inmejorable presentación y publicado por EH Editores, nuestro paisano nos ofrece algo más de ochenta y seis combinaciones entre distintas bebidas para deleitar nuestro paladar y espíritu.

José muestra sus raíces al nombrar muchas de sus creaciones con topónimos y términos propiamente barbateños. Los Jabegotes, el Piñonate, los Majales del Sol, El Camarinal de Barbate…son buena muestra de lo que decimos.

Y así es la vida. Por los motivos que sean, José Gil, como profesor de la escuela profesional de hostelería de Jerez, ha hecho que muchos de nuestros términos y vocablos sean difundidos por todos los lugares. No en vano, esta publicación cuenta con el respaldo no sólo de la citada escuela, sino también de lo que supone la industria vinícola jerezana. José Gil ha sabido unir el nombre de Jerez y sus vinos a términos puramente barbateños. Y es en esa fusión de abrirnos hacia el exterior, y de no mirarnos el ombligo como si fuésemos el centro del mundo, donde nuestro pueblo debe mirarse.

José, que llenó parte de nuestra intrahistoria local por sus inquietudes artísticas y profesionales que hacía que en su establecimiento se diera cita personas que, como él, querían mejorar a su pueblo. Hay quien no duda en afirmar, por ejemplo, que los inicios de nuestro reciente carnaval se fraguaron en su bar durante los primeros años de la democracia con la creación de las primeras agrupaciones callejeras, aunque luego, hábilmente, fuera aprovechado por otros. Sin embargo, José Gil nunca fue oficialmente reconocido en Barbate. Pero el futuro le tenía preparada esta sorpresa.

Este observador tuvo la suerte de acudir al acto de presentación el jueves día 4 de diciembre en el Museo de los Relojes de la ciudad de Jerez. Inmejorable, se nos antoja el adjetivo más apropiado para describir un enorme salón rodeado por paneles de proyección audiovisual donde los asistentes podíamos ver a nuestro paisano preparando algunos de sus cócteles.

Con un salón lleno hasta la bandera por lo que a público se refiere (poner un número sería difícil, pero sin duda varios centenares de personas acompañaron al autor del libro) y una mesa presidiendo el acto donde el autor estaba rodeado de representantes de la escuela de hostelería y del Consejo Regulador de la Denominación de origen del Marco de Jerez dio comienzo el acto.

Las intervenciones no por cortas fueron menos interesantes, desde aquellas que iban a la descripción de la persona hasta la que hacía referencia a la importancia de la obra para los caldos jerezanos. No faltaron halagos para José Gil Tamayo. No sólo por su dimensión profesional sino también por la humana, lo que hizo subir la emoción de los asistentes. Fue el autor quien, con su intervención, cerró la primera parte de la presentación. Sus palabras dirigidas a describir aquello que le emociona en la vida (la música, la amistad,…) y a su familia, como no, subieron nuevamente la intensidad del mismo.

Posteriormente, los asistentes pudimos adquirir la obra y degustar algunas de sus creaciones que fueron servidas por sus alumnos y alumnas. Acompañados de canapés, hubo quien no se resistió a mojarse el paladar y saborear un “Julepe” o un “Romero”. El ambiente que se respiraba era alegre y festivo, como quien celebra el nacimiento de un hijo.

José Gil Tamayo, esa noche, se convirtió en el mejor embajador de Barbate. Aunque ya antes lo hiciera por su dimensión humana y profesionalidad, no cabe duda que la presentación de su libro fue un verdadero bautizo público de alguien que se lo merece. Esto no quiere decir que antes José Gil, como otros tantos de cientos de barbateños y barbateñas que han tenido que salir de su pueblo por diversas razones, no fuesen ya embajadores de Barbate. Pero sin duda, aquellos que nos hacen llevar o que llevan el nombre de nuestro pueblo a los medios de comunicación por aspectos positivos son, si me lo permiten, quienes mayor repercusión tienen en la opinión pública. Por nombrar algunos citemos a nuestros músicos, artistas plásticos y audiovisuales, investigadores, empresarios que introducen nuestros deliciosos productos marineros, o quienes han hecho en la pastelería y confitería productos típicos de nuestra tierra, etc son algunos de los que dimensionan nuestro nombre de pueblo. Pero quisiéramos unir a ellos quienes trabajan duramente en el mar, a quienes han aprendido a sobrevivir en la escasez (sin por ello abandonar la honradez), a quienes día a día cumplen con sus obligaciones de manera responsable, etc, y sobre todo a quienes no se resignan a que Barbate pueda mejorar su futuro.

Allí donde un paisano actúa con honradez, profesionalidad y responsabilidad el nombre de Barbate se crece frente a quienes una y otra vez se empeñan en tirarlo por los suelos. Barbate tiene muchos embajadores y embajadoras anónimos, hijos de nuestro pueblo que llevan a gala el ser barbateño y gozan de un verdadero prestigio y reconocimiento en los lugares donde residen o trabajan.

Aunque hay quienes, en un momento dado, brillan con luz propia y su luz ilumina el nombre de nuestro pueblo, como ocurrió con José Gil Tamayo el pasado jueves 4 de diciembre.

Hoy, sólo nos atrevemos a hacer una sola observación: aprovechemos el ejemplo de José Gil y de tantos barbateños y barbateñas que con su trabajo, profesionalidad y humanidad engrandecen nuestro nombre. Ello, sin duda, nos ayudará a aumentar nuestra autoestima y mejorar nuestra imagen ante los demás.

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