jueves, 17 de julio de 2008

Verano, mejorar nuestra imagen


El observador, esta semana, se detiene en señalar cómo podemos mejorar la imagen de nuestro pueblo. Posiblemente, Barbate, se merece otro trato, pero ya esta bien de mirarnos para lamentarnos. Ahora que nos visita mucha gente, el pueblo de Barbate debe darse a valer como se merece. Cuando alguna persona va invitada a nuestra casa, nos gusta que se encuentre bien, que este a gusto,…

El observador no obvia que la situación es complicada, pues cada vez pintamos menos incluso en el turismo. Así, si uno va a Zahara de los Atunes antes de llegar puedes encontrar una caravana de coches que quieren ir al mismo lugar, los domingos por la tarde cientos de vehículos cruzan por nuestra entrada de vuelta de las playas de nuestro litoral, pero muy pocos paran, gastan y enriquecen a nuestro pueblo.

Nosotros, los ciudadanos de a pie, que ponemos y quitamos a gobernantes, no debemos creer que cumplimos con todos nuestros deberes tan sólo por votar cada cuatro años y durante ese tiempo esperar que quienes gobiernan sepan, quieran o puedan mejorar nuestra situación. Eso, únicamente, no sirve. Barbate necesita, y en este tiempo más que nunca, que todos los barbateños y barbateñas demuestren los encantos de esta tierra y seduzcan a los foráneos con ese trato directo y amistoso que los hagan sentirse como en casa, que decir, mejor que en casa. Por ello, el observador, se atreve siguiendo una lógica de sentido común: señalar algunos aspectos que cada uno podemos poner en practica para mejorar Barbate, si es que realmente no importa Barbate.

La primera observación, es que nosotros, los de a pie, podemos colaborar en tener un pueblo mas atractivo, mirando por su limpieza. Para ello, debemos cumplir horarios de depositar la basura; no debemos tirar los residuos orgánicos directamente y sin bolsas en los contenedores; debemos recoger las cacas de nuestros perritos y perritas, etc.

La segunda observación, es que los de a pie podemos colaborar en estos meses, usando los coches lo menos posible, no sólo por que los precios de los combustibles estén por las nubes, sino para facilitar el trafico rodado en nuestro municipio, y si usamos los vehículos debemos hacerlo respetando las normas básicas de educación vial.

Una tercera observación, va dirigida a la responsabilidad que tenemos los de a pie para que nuestras playas sean atractivas, a falta de banderas azules deben ser nuestras aguas, azules la imagen que se lleven los que nos visitan, y no la de playas con restos de basura, y cuando hablamos de playas lo hacemos de todas en general desde Mangueta a Zahara, pasando Caños, Yerbabuena, el Carmen, el Botero y Pajares. Usar las papeleras, llevarnos las bolsas de basura si las papeleras están llenas, etc, son cosas que no se debería hacer falta recordarlo, al igual que no debería tenerse que recordar la necesidad que hay en muchos casos de contar con aparcamientos en condiciones que permitan el acceso a estas playas, y no que los todo-terrenos estén metidos casi en la orilla de las mismas playas con los problemas estéticos y medioambientales que ello conlleva.

Pero si los de a pie, por algún motivo, no caen en la cuenta, los de arriba, los que tienen la responsabilidad de gobernar y cambiar la situación no deben conformarse tan sólo con aprobar ordenanzas que nadie cumple. Los de arriba, deberían recordar que, cuando ellos eran de los de a pie, no les gustaba ver como su pueblo se hundía cada vez más. Es pues, responsabilidad de los que gobiernan, actuar para quienes, no cumplan estas normas básicas y con su comportamiento deformen la buena imagen de la inmensa mayoría sean apercibidos.

Por último, los de a pie, podemos y debemos, si queremos realmente a nuestro pueblo recuperar la autoestima positiva, la de sentirse perteneciente a un pueblo ligado al mar que le dio los mayores beneficios, pero también las mayores desgracias; a un pueblo que creció en poco tiempo lo que otros necesitaron siglos. Somos un pueblo hecho de mucha gente, la mayoría llegada de aquí y de allá y por eso mismo abierto y receptivo, dicharachero e ingenioso, sufridor y vitalista, de un pueblo de gente de a pie que siempre confió en la palabra de quienes decían querían ayudarlo.

El Observador

No hay comentarios: