lunes, 18 de mayo de 2009

Cambio y estabilidad

Hoy el observador quiere aprovechar estas líneas que Trafalgar Información permite cada semana en un ejercicio que impide el monolitismo ideológico que la vida pública local ha caído en los últimos tiempos. Esta ventana, que según hemos tenido noticias, es seguida con mucho interés por muchos de los que actualmente gobiernan los destinos de nuestro pueblo, aunque lamentablemente sea sólo para copiar alguna de las ideas que aquí se expresan y no llevarlas a cabo. Vaya por delante mi agradecimiento, porque con sus lecturas estimulan, sin querer, que este observador siga oteando el panorama de la vida pública local.

Hecha esta introducción, nos gustaría centrarnos hoy en un fenómeno, que a nuestro modesto entender debe incidir, sin lugar a dudas, en la vida política institucional de nuestro Ayuntamiento, y por lo tanto de nuestro pueblo. Nos referimos, pues, a la necesidad de dotar a nuestra administración local de una cierta estructura estable, sobretodo en lo referido a los cargos técnicos o, como técnicamente se suele decir, el staff técnico.

Hace algún tiempo leí un artículo del que llegó a ser Delfín de Fraga en Alianza Popular, y hoy es profesor de universidad con unas posiciones ideológicas claramente a la izquierda de la socialdemocracia. Nos referimos a Jorge Verstrynge. El artículo en cuestión creo recordar que tenía por título “Votos que muerden” y en él, entre otras cuestiones, abordaba el peso que en las decisiones políticas tienen los altos cargos administrativos en los EEUU. En este sentido, el autor manifestaba que las directrices políticas de la primera potencia mundial tienen una cierta continuidad debido, fundamentalmente, a que el cambio de partido político en el poder no afectaba en gran medida a los técnicos y asesores que planifican las actuaciones políticas de ese país.

Esto que expone el profesor Verstrynge no deja de ser merecedor de una reflexión y análisis. Asi pues, si importantes son los cambios en los gobiernos no menos importante, se nos antoja, la estabilidad que toda la maquinaria administrativa debe mantener para que aspectos básicos de nuestra vida cotidiana sigan funcionando sin grandes alteraciones.

Resulta obvio que este personal técnico y súper cualificado accederá a estos cargos de responsabilidad dependiendo nada más que de criterios objetivos (formación, experiencias, etc.) alejados de los criterios subjetivos de los que acceden al poder de forma transitoria.

Salvando las distancias entre lo que supone la maquinaria administrativa del país más poderoso del mundo y la de un pequeño pueblo en crisis perpetua, sí podemos establecer algunas consideraciones u observaciones en torno a este asunto.

La primera es que quienes observan la realidad municipal, aunque sea desde la barrera, no dejan de echar en falta la necesidad de dar estabilidad a una serie de cargos y funciones fundamentales en la vida local y municipal. Así, por ejemplo, los cargos técnicos de Secretario o Secretaria General, Interventor/a, y Depositario/a, Jefe/a de la Policía Local, etc mantienen, desde hace años, en nuestro pueblo una gran inestabilidad.

Así, y a pesar de haber sido ocupados por funcionarios de carrera (que a través de oposiciones a nivel de toda España, ganaron la plaza), quedaron nuevamente vacantes cuando las personas que las ocupaban decidieron cambiar de destino a otros Ayuntamientos cercanos. Por ejemplo, la Interventora primero y luego el Secretario General y la Depositaria se marcharon al Ayuntamiento de Puerto Real. Algunos de ellos duraron pocos meses en los cargos y decidieron abandonarlos en buena parte por la manera sui géneris que los gobernantes locales han tenido a la hora de ejercer el poder local.

Más llamativo resulta el caso de la Jefatura de Policía de la Policía Local, para la cual se creó una plaza ipso facto, a través de una convocatoria de oposiciones a nivel local. Durante el tiempo que la plaza fue ocupada de forma interina, no hubo cambios. Pero nada más tomar posesión de forma definitiva de la plaza, la persona que lo ocupaba también decidió continuar su labor profesional alejado de nuestro municipio.

La segunda observación hace referencia a cómo muchas de estas plazas son ocupadas de forma interina por personal del propio Ayuntamiento creando una mayor inestabilidad y menor rigor en la función pública, pues el trabajador/a puede ser más vulnerable a las presiones políticas, si quieres continuar: ¡ya sabes!. Hasta hace pocos días, la Secretaría General ha sido desempeñada por una persona que, tras haber pasado por distintos cargos de responsabilidad en la administración local, ha vuelto a su puesto de trabajo en urbanismo. Sin duda, el desempeño de este como de otros cargos pudo deberse a la confianza que genera debido a su experiencia y responsabilidad en el trabajo. Esta persona, que compensa, de sobra, la titulación con un gran rigor y entrega laboral, también ha dimitido, algo poco común cuando alguien alcanza puestos de responsabilidad. Su dimisión ahonda aún más en el misterio que supone que tantos altos cargos de la Administración Local no duden en abandonar estas responsabilidades. ¿Qué extrañas fuerzas y situaciones ha llevado a este pueblo a ver cómo, en pocos años, distintas personas han abandonado los cargos de máxima responsabilidad en la Administración Local, algunos de ellos marchándose de nuestro pueblo?

Como tercera observación, quisiéramos apuntar la siguiente paradoja. En nuestro Ayuntamiento, más que en otro sitio de nuestro pueblo donde existen estructuras administrativas, nos encontramos con situaciones incoherentes y faltas de sentido. Así, no es extraño ver cómo titulados superiores (derecho, económicas,...) realizan labores propias de un administrativo, mientras que administrativos e incluso auxiliares administrativos realizan labores técnicas, responsabilizándose de la jefatura de áreas o departamentos. Vaya por delante, para que no haya equívoco, mi reconocimiento a todos los buenos profesionales que hay en el Ayuntamiento, no porque tengan titulación, sino porque desempeñan su trabajo de manera responsable y en beneficio de la comunidad. Pero ello nos impide, aunque sea desde la barrera, ver cómo otras personas que trabajan allí son una rémora que obstruye el desarrollo de su pueblo, pues además de suponer una carga económica no sirven prácticamente para nada. Que cada cual se sitúe con sus acciones donde considere oportuno. Lo que parece obvio es que responsables políticos locales y los sindicatos representantes de los trabajadores deben sentarse de una vez por todas para establecer una forma de acceso a la función pública local acorde con la normativa legal, donde los principios de igualdad, mérito, etc. sustituyan de una vez por todas a los del enchufismo, nepotismo, etc. Barbate lo merece.

Como cuarta observación, quisiéramos centrarnos en la compatibilidad y exclusividad de algunos técnicos y titulados superiores que trabajan para el Ayuntamiento y alternan lo privado y lo público con gran desparpajo. Es este otro elemento que consideramos debe ser corregido algún día, si realmente se quiere una administración transparente y saludable. Así, paradojas de la vida, hemos visto abogados municipales con despachos particulares o viceversa: abogados particulares con nómina municipal. El caso más sugerente fue la inclusión en nómina de un abogado especialista en derecho penal que comenzó viniendo a Barbate para llevar la defensa de la anterior primera autoridad municipal. Al parecer, se le acumularían mucho los casos y por eso pudieron decidir meterlo en nómina.

Por último, y al hilo de todo lo dicho, queremos observar la necesidad de crear, de una vez por todas, un organigrama municipal que ponga realmente la maquinaria administrativa y las distintas dependencias municipales al servicio de la ciudadanía y que no suceda lo contrario. Barbate no puede seguir soportando una nómina municipal que es engordada cada vez más cuando entra un nuevo gobierno municipal. No es de extrañar que, cuando desde la barrera se escriben estas líneas, aún se sigan produciendo situaciones que dificultan el cobro de los trabajadores y trabajadoras municipales. Como siempre, los que salen perdiendo son los buenos trabajadores, los responsables, los que miran por su pueblo y, por ello, no entran en los juegos de poder, sino que se limitan a cumplir lo mejor posible con sus obligaciones. Trabajadores y trabajadoras que garantizarán la estabilidad de la institución municipal cuando las urnas provoquen, por voluntad popular, el cambio en los responsables políticos.

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