La semana pasada, planteábamos la importancia que los cambios de gobierno realizados por el presidente Zapatero podían tener para nuestro municipio. Ya se sabe, no sólo porque pertenezcamos a España, sino por las promesas que algunos políticos andaluces hicieron con este pueblo.
Como es lógico, durante toda la semana columnistas, tertulianos,…han comentado los sucesivos movimientos y actuaciones gubernamentales y los efectos que pueden tener. Particularmente, me ha llamado la atención la expresión usada para justificar los cambios de gobierno. En este sentido, el presidente del gobierno ha venido a referir que dichos cambios tienen la intención de acelerar las actuaciones políticas para hacer frente a la crisis. Hemos podido leer como ha ordenado “a sus ministros que aceleren al máximo, dentro de la ley, todas las medidas de estímulo de la economía, con el propósito de anticipar la recuperación” y ya se ha hecho famosa esa expresión de que "si la situación es de emergencia, los ritmos de trabajo tienen que serlo también".
Y eso es lo que realmente necesita la economía española y la barbateña en particular. Pero, un acelerón ¿hacia dónde? ¿Se volverá a repetir el modelo de desarrollo económico impuesto en los años 80 y 90, basado, fundamentalmente, en la especulación urbanística? ¿Servirá de algo la advertencia el informe Auken? Este informe, recibe el nombre de la diputada verde danesa Margrete Auken, y en él incluso se llega a pedir que “se congelen los fondos comunitarios para España hasta que se resuelvan los abusos urbanísticos denunciados en Bruselas por ciudadanos de varios países de la UE”. Dicho informe recoge cómo la mayoría de los planes de ordenación urbanística no respetan el medio ambiente.
Salir de la crisis, por lo tanto, se nos antoja que no puede ser ahondando en los males endémicos de nuestro sistema económico. Por el contrario, es más necesario que nunca buscar nuevas formas para intentar compatibilizar las comodidades materiales que disfrutamos en los países desarrollados con un desarrollo mínimo en todas las partes del mundo. La crisis está presente en el mismo momento que consideramos que la alarma social únicamente debe saltar cuando los que hemos tenido la suerte de nacer en una determinada latitud y longitud, vemos amenazadas algunas de las cosas que gozamos.
Ahora, en los países desarrollados, se muestran como indicadores de la crisis en que muchas personas busquen su comida en la sobra de los grandes supermercados, o se alimenten dentro de las grandes superficies comerciales, mientras llenan un carro con artículos de compra que luego dejarán tirados en cualquier rincón, pues no tiene dinero para pagarlo. Indicador de crisis es, igualmente, que muchas familias dejen de recibir sus prestaciones sociales mínimas y que, por lo tanto, se pongan en peligro las más mínimas condiciones que garantizan cubrir sus necesidades básicas.
Pero, ¿por qué no nos planteamos, desde hace cuántos años, familias, miles, millones de familias no tienen cubiertas sus necesidades básicas? ¿Por qué no tomamos también como un indicador de esta crisis los millones de personas que mueren de hambre diariamente en el mundo? En una sociedad global, como a la que nos quieren conducir, deberíamos empezar a pensar globalmente también en los problemas del planeta, y entre ellos, no cabe duda que la situación de abandono que sufren millones de seres humanos es un indicador más que claro de la crisis de la humanidad, por no mencionar otros elementos igualmente importantes y preocupantes como el cambio climático.
Resulta difícil entender que los que realmente mueven la economía mundial de esta aldea global, con las transacciones económicas que se realizan en las grandes bolsas y mercados mundiales, estén verdaderamente preocupados por alcanzar un nuevo modelo económico que impida la situación de crisis creada en el primer mundo, pero a su vez que busque la supresión de la crisis permanente que viven millones de personas. Por poner un ejemplo, cuando hay hoy mismo niños que no tienen nada que llevarse a la boca, la producción de cereales en el mundo está vendida incluso para años venideros.
Ante esta situación global, recuerdo la expresión que un amigo me dio a conocer hace años y que no es otra que “piensa globalmente y actúa localmente”. Con ella se intenta digerir esta contradicción de quienes, teniendo la suerte de haber nacido en una zona agraciada, entienden que el sistema que le posibilita estos “privilegios” es, principalmente, injusto, y, por ello, merecedor de ser candidato.
Actuar localmente significa que desde nuestro entorno más inmediato vamos a intentar discernir y analizar cuáles pueden ser los comportamientos que conlleven perjuicios para el resto de la humanidad, pero también es preocuparte por mejorar tu entorno más inmediato, porque si cada comunidad mejora sus condiciones de vida desde la toma de decisiones libres y responsables, la suma de las mejoras locales conllevará sin duda una mejora global. Por ello, nuestro municipio tiene mucho para actuar localmente.
Así, la situación de crisis que padece ahora el sistema viene siendo sufrida o padecida por los barbateños y barbateñas desde hace años. Lamentablemente, y a pesar de las múltiples promesas, las medidas iniciadas o bien no se han cumplido o bien no se han concluido. Se han iniciado sin ser finalizadas. Como ejemplo, tenemos el polígono industrial. Posiblemente uno de los polígonos que mayores recursos públicos ha tenido (recibió dinero del extinto Ministerio de Agricultura y Pesca, y de la Zona Franca de Cádiz). Hoy en día, siguen sin concluirse sus obras, no cuenta con depuradoras, cientos de metros cuadrados están en barbecho, ya que han sido vendidos por sus primeros adjudicatarios a quienes, teniendo el dinero suficiente, han vuelto a acaparar el suelo, impidiendo el desarrollo industrial del mismo. No menos lamentable es que algunas de las industrias allí afincadas hayan recibido igualmente millones de euros de los fondos públicos y no haya generado los puestos de trabajo que se esperaba. O lo que es peor: que en plena crisis, la falta de sensibilidad empresarial tenga el resultado de un conflicto socio-laboral que limita la capacidad económica de los de siempre, es decir, los más débiles. Todo ello, después de haber recibido importantes subvenciones de la Junta de Andalucía, e incluso la visita de altos cargos de esta administración.
Desde la barrera, el toro de la crisis se ve más lejos. Pero ello no impide que cuando dicho toro amenaza la vida de a quien le toca lidiarlo, uno también se puede sentir atropellado. Por ello, las siguientes observaciones.
La primera observación es la necesidad que se aprecia de activar de una vez por todas el funcionamiento del polígono industrial, aunque para ello el alcalde tenga que afrontar alguna situación que no le resulte cómoda.
Una segunda cuestión (y al hilo de lo del polígono) es que hemos escuchado que con el plan Bolonia, el sistema de becas para los hijos de los trabajadores se modificará de manera que se establecerán becas préstamo que se tendrán que ir devolviendo una vez que el estudiante comience a trabajar. ¿Por qué no se aplica este mismo criterio para las ayudas que se dan a los empresarios, de manera que cuando estos no cumplan deban devolver íntegramente todas las prestaciones que han recibido del dinero público y por lo tanto de todos nosotros?
Por último, nos podemos plantear que si el presidente Zapatero ha realizado cambios en su equipo de gobierno para acelerar las actuaciones frente a la crisis, ¿qué se debería de hacer en nuestro ayuntamiento para obtener el mismo efecto? Posiblemente no bastaría con acelerar, sino que necesitaríamos un acelerón.
TODO SIGUE IGUAL
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Cada vez esta plaza se abre a más gente, nos mandan este interesante
comentario:No paran de aparecer nuevos casos de corrupción y
enriquecimiento ilegal de...
Hace 15 años
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