miércoles, 18 de febrero de 2009

Vida de magisterio. Magisterio de la vida



Los dos últimos artículos “Desde la Barrera” giraron en torno a algunos documentos que se han entregado en forma de alegaciones al nuevo PGOU. Cabe decir, que la importancia del tema bien merecía detenernos y extendernos en las ideas que aportaban. Y decimos importancia del tema, pues el urbanismo, sin duda, es una disciplina que incide en el desarrollo y posibilidades de nuestras vidas. Marca nuestro “modus vivendis”, es decir, los actuales barbateños adultos, pero sobretodo las futuras generaciones, dependerán en su desarrollo de los documentos que se elaboren para el crecimiento de nuestro municipio, o incluso por el no desarrollo de estos documentos.

De igual modo que se construyen los pueblos con los diseños y políticas urbanísticas, también hay otros elementos que inciden, igualmente, en el desarrollo de los pueblos, como la industria, cultura, educación…en este último nos quisiéramos centrar hoy.

La creación de un sistema educativo local, fuerte y ajustado a las necesidades de la población es, igualmente, un elemento esencial para el desarrollo de los pueblos. Para ello, es necesario, entre otras cuestiones, contar con unas buenas infraestructuras, es decir, edificios que, alejados de la precariedad, faciliten espacios educativos y de relaciones interpersonales, aunque no es imprescindible pues para el acto de enseñar y aprender cualquier sitio puede ser el adecuado. Se nos viene a la mente la película “El profe” de Mario Moreno “Cantinflas”, que tras destrozarle la escuela termina enseñando en el campo.

Junto a las infraestructuras, cabe destacar unos buenos recursos. En la época de las nuevas tecnologías, los centros educativos deben incorporarlas y facilitar a su alumnado el uso de las mismas. Pero no por ello debemos olvidar que el mayor recurso que tuvo el maestro de maestros, Sócrates, fue la palabra y su uso en la mayéutica.

Algo que nos parece fundamental para poder avanzar en el desarrollo de las futuras generaciones, es el establecimiento de unas relaciones sinceras y respetuosas entre la escuela y la familia, ya que una sin la otra no pueden culminar tan importante empresa.

Dentro de estas variables o factores que inciden en el sistema educativo, juega un papel fundamental el profesorado. En este caso, como en cualquier otra actividad humana, los hay buenos, regulares y malos, según el criterio de quienes los enjuician o valoran. En nuestro pueblo, ha sido frecuente utilizar por parte de algunos de los que nos han gobernando el término maestro con un matiz peyorativo. Responsables públicos se han jactado, durante años, de criticar a los maestros por su vacaciones, por su trabajo o por su implicación publica. Para ello, no han dudado en unir este vocablo a otros como ecologista, etc que también han sido tratados en Barbate de forma despectiva.

Quienes así actuaron, posiblemente, no eran conscientes del daño que se le hacía a su propio pueblo, a quienes ellos decían que querían defender. Atacar de forma general a quienes tienen la alta responsabilidad de formar a las nuevas generaciones es, sin duda, un error suicida que condena a los pueblos al ostracismo cultural. Sirva como ejemplo las consecuencias de la depuración del magisterio que se realizó durante los primeros años de la dictadura franquista y que vació a las escuelas de tantas personas ilustres e ilustradas. Algo que mermó el desarrollo de este país durante décadas. Como decimos, esto obvia para que la gente pueda valorar a un determinado maestro o maestra más o menos satisfactoriamente. Pero esto, para nosotros, es secundario, ya que por encima de esta clasificación, lo que deseamos resaltar con este artículo es a las personas que realmente hacen de su magisterio una forma de vida. Maestros y maestras que no sólo se limitan a transmitir conocimientos durante un determinado número de horas al día, por lo que se les retribuye, sino que a lo largo de su trayectoria vital son muchas las facetas en las que ejercen su magisterio.

Así pues, hay quien, siendo consciente que educar es algo más que la preparación de las generaciones próximas para la obtención de titulaciones académicas, ha desplegado por ello en todas las facetas de su vida un compromiso crítico para el avance de la sociedad y la maduración personal. Muchos de ellos nunca serán lo suficientemente compensados por esta sociedad, ya que su labor no se puede medir en criterios económicos. En este sentido:
¿Cómo se puede pagar con dinero a quienes te posibilitan situarte para analizar la vida que te rodea en un ángulo o perspectiva que nunca hubieras alcanzado a descubrir por ti mismo?

¿Cómo cuantificar económicamente a quien, con su ejemplo, te muestra la necesidad de huir de cualquier dogmatismo y pasar por el filtro del debate y la discusión lo que se pretende llevar a la práctica?

¿Cómo poner precio a quien te enseña a disfrutar de una buena película, de una obra literaria o de arte y para ello no duda en emplear su tiempo para compartirlo con los demás?

¿Cómo recompensar únicamente con un sueldo la dedicación de quien, en su entorno más inmediato, te propicia acercarte a la naturaleza y descubrir la satisfacción de estar en ella?

¿Cómo cuantificar económicamente el valor del magisterio de quien te ha enseñado a ser riguroso en el razonamiento, coherente con tus ideas y firme con tus principios?

¿Quién puede pagar el tiempo que se emplea en implicarse en los problemas comunes y en hacer suyo los problemas de otros?

¿Cómo retribuir monetariamente a quien sabe ponerse del lado del más débil para compensar la balanza de la historia que siempre cae hacia el lado del más poderoso?

Estas, se nos antojan, son algunas de las cualidades de quienes hacen de su vida un verdadero magisterio, al tiempo que ejercen como maestros. Quisiera aprovechar estas líneas para hacer el reconocimiento a tantos buenos maestros y maestras que en nuestro municipio han desarrollado su labor pedagógica, pero especialmente, hoy, este observador, quiere hacer recaer este reconocimiento en la persona de Gloria Crespo, maestra de escuela y maestra en muchas facetas de la vida.

1 comentario:

abogadoficio dijo...

Está bien el comentario. Los niños deberían ser un compromiso para todos. Sobretodo para los poderes públicos que van dejando para mañana lo que tenían que haber hecho ayer (pgou, piscina, jardines, guarderías...) y lo arreglan creando nuevos centros de pérdida de tiempo (Puerto III).